viernes, 22 de octubre de 2021

lunes, 25 de enero de 2016

Figuras Retóricas

RECURSOS EXPRESIVOS (figuras literarias, retóricas o estilísticas)


La lengua literaria se sirve de la lengua común, pero hay en el que la utiliza, el escritor, una voluntad de estilo. Según Dámaso Alonso, “estilo es todo lo que individualiza a un ente literario”. A la vista de este concepto de estilo se evidencia que hay mucho más que los recursos retóricos para determinar el estilo de un texto. Aquí pretendemos recoger alguno de los recursos más usuales; sin olvidar que en los texto en verso es necesario tener presente, además, la medida, el valor de los acentos, las rimas, las pausas y la configuración estrófica.


  1. RECURSOS FÓNICOS.

Aliteración.
Consiste en la repetición de la misma consonante, vocal o sílaba dentro de una misma unidad sintáctica o métrica. Esta repetición puede dar lugar a:
Eufonía. Sonidos agradables al oído:
Con el ala aleve del leve abanico” R. Darío.
Cacofonía. Sonidos desagradables:
“Méjico pájaro regio” R. Darío.
Onomatopeya o armonía imitativa. Imitación de sonidos reales:
En el silencio solo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.” Garcilaso de la Vega.

Paranomasia.
Consiste en poner cerca dos palabras de sonido parecido, pero de significación distinta. Con ello, se obliga al lector a hacer un esfuerzo intelectual y se subraya el contraste entre conceptos:
“Creemos los nombres
derivarán los hombres.” Juan Ramón Jiménez.

Calambur.
Agrupación de dos o más palabras con el mismo o muy parecido cuerpo fónico y significados distintos:
“¿Este es conde? Sí, este esconde
la calidad y el dinero.” Ruiz de Alarcón.


  1. RECURSOS MORFOSINTÁCTICOS O GRAMATICALES.

A. Figuras de posición.

El criterio distintivo de estos recursos es su posición dentro del contexto sintáctico o métrico, ya sea por una ruptura de la disposición habitual o por la insistencia en esa disposición habitual.

Hipérbaton. (Pl, hipérbatos)
Consiste en separar dos palabras estrechamente unidas desde el punto de vista sintáctico, intercalando entre ellas otro miembro de la oración (que puede constar de una o más palabras) que no pertenece a ese lugar:
Vinieron de diablos por ella gran gentío.” G. de Berceo.

Paréntesis.
Corresponde al hipérbaton en un contexto mayor. Consiste en interponer un elemento extraño a la construcción de la frase:
Cayó rendido
-luz sin fuego-
entre las nubes.” Manuel Machado.

Mixtura verborum.
Es otra variante del hipérbaton. El escritor crea un caos sintáctico que exige un gran esfuerzo intelectual del receptor:
“De este, pues, formidable de la tierra
bostezo, el melancólico vacío
a Polifemo, horror de aquella sierra,
bárbara choza es, albergue umbrío” L. de Góngora.

Paralelismo (isocolon).
Consiste en la correspondencia constructiva de varias partes, siempre plurimembres, de un todo sintáctico:
A sus suspiros, sorda,
a sus ruegos, terrible,
a sus promesas, roca.” Tirso de Molina.

Quiasmo.
Consiste en la posición cruzada de elementos correspondientes:
Si es que mueres en él o en él empiezas” Jorge Guillén.

Retruécano (quiasmo complejo).
Es un procedimiento expresivo en el que confluyen diversas figuras: la repetición, la antítesis y el quiasmo. Consiste en el repetición de los mismos elementos, pero invirtiéndolos de forma cruzada y simétrica para generar un sentido antitético:
“¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente? F. de Quevedo.


Correlación.

Correspondencia sintáctica o conceptual entre los miembros de dos o más conjuntos estructurados de forma similar:
“Ni en este monte, este aire, ni este río
corre fiera, vuela ave, pece nada” Góngora.

Una variante de este recurso muy usada en el Siglo de Oro es la llamada correlación diseminativo-recolectiva. En ella los elementos “correlativos” que se han ido diseminando a lo largo de la composición acaban recopilados o recolectados en el verso final. Véase “Mientras por competir con tu cabello” de Góngora o “El humo que formó cuerpo fingido” de Lope de Vega.

B. Figuras de repetición.

Geminación.
Repetición literal de una palabra o grupo de palabras al principio, en el interior o al final de una unidad sintáctica o métrica:
Abenámar, Abenámar
moro de la morería”. Anónimo.

Anadiplosa (anadiplosis o reduplicación).
Repetición del último miembro de un verso o grupo sintáctico al comienzo del siguiente:
Oye, no temas, y a mi ninfa dile, dile que muero” Villegas.

Concatenación.
Está constituida por la continuación de una anadiplosa que implica una gradación:
No hay criatura sin amor
ni amor sin celos perfecto
ni celos libres de engaño
ni engaños sin fundamento.” Tirso de Molina.

Epanadiplosis.
Una frase o verso empieza y acaba con la misma palabra:
“Verde que te quiero verde” Lorca.

Anáfora.
Consiste en la repetición de elementos al principio de dos o más versos o frases:
“Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo” M. Hernández.

Epífora.

Repetición al final.

Polisíndeton.
Construcción idéntica de miembros coordinados:
Ven que quiero matar o amar o morir o darte todo” V. Aleixandre.

Poliptoton.
Modificación flexiva (morfemas constituyentes de la categoría gramatical a la que afecte: género o número en el sustantivo; persona, número, tiempo o modo en el verbo, etc) del cuerpo léxico de una palabra:
Gemit, gemiendo, gemir
gemit mis esquivos llantos” Lope de Stúñiga.

Derivación.
Consiste en la repetición de la misma raíz etimológica en palabras distintas. Se confunde con el recurso anterior:
Y yo sueño, en mis sueños, con una patria nueva” J.R. Jiménez.

C. Figuras de omisión.

Elipsis.
Consiste en la omisión de uno o varios elementos de la oración que se sobrentienden gracias al contexto:
Lo bueno, si breve, dos veces bueno” B. Gracián.

Zeugma.
Uso de un elemento sintáctico común para varias unidades análogas. El elemento común puede aparecer al principio, en medio o al final del periodo:
“Ay, me estabas tú viendo,
pero un puño de cal paralizaba
mi lengua pies y manos.” R. Alberti.

Asíndeton.
Agrupación sin conjunciones de elementos coordinados. Al omitir las conjunciones, se da mayor vigor a la frase y se consigue la ilusión de movimiento:
Alegre, fértil, vario, fresco prado.” Herrera.

Para terminar el apartado morfosintáctico, también hemos de tener presente que en el lenguaje literario adquieren especial relevancia:

  • La frecuencia de aparición de las distintas categorías gramaticales.
La abundancia de sustantivos y adjetivos produce el llamado “estilo nominal” que es el propio de la descripción y da un ritmo lento al escrito. En el uso del adjetivo hay que poner especial atención a los epítetos.
Por otro lado, la presencia de verbos de acción produce dinamismo y rapidez; su ausencia, reposo y lentitud.

  • El valor expresivo de los afijos.
Siempre es interesante hacer notar los matices aportados por los morfemas facultativos, en especial por los diminutivos, despectivos y aumentativos.

  • El tipo de construcción oracional.

Cuando abundan las oraciones simples, el estilo es más sencillo y directo que si nos encontramos con largos periodos oracionales que dan solemnidad al discurso.

III RECURSOS LÉXICO-SEMÁNTICOS.


Sinonimia.
Consiste en la repetición del concepto ya expresado con otro término:
“En cárceles de espacio, aéreas llaves
te me encierran, recluyen, roban.” Gerardo Diego.

Gradación.
Se trata de la aparición de elementos cuya intensidad semántica va en aumento o disminución (gradación ascendente o descendente):
“En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada” Góngora.

Pleonasmo.
Consiste en añadir palabras innecesarias para la comprensión del texto, pero que pueden aumentar la expresividad:
“Y vano cuanto piensa el pensamiento.” Lope de Vega.

Diáfora, dialogía o equívoco.
Se trata de repetir una palabra polisémica de manera que en cada ocasión adquiera un significado distinto. También puede tratarse de palabras homónimas.
Los estafadores [...] hurtaban el rostro ante los recién llegados, quizás por hurtar algo” R. J. Sender.

Algún día los hierros
de tus balcones
presenciaron a solas
yerros mayores.” Anónimo.

Epíteto.
Con este término se designa el adjetivo explicativo que expresa una cualidad del sustantivo. Según G. Sobejano, es epíteto cualquier adjetivo que acompaña a un sustantivo, delante o detrás de este, “para expresar una cualidad propia o accidental del mismo sin necesidad lógica de expresarla”. El rasgo esencial del epíteto es que se trata de un adjetivo no necesario; sin embargo, la manera de utilizarlo indica la capacidad de observación y expresión del hablante, su visión imaginativa o afectiva de la realidad y ciertas peculiaridades de su personalidad.
Hay diferentes clases. Se habla de epíteto típico cuando el adjetivo de nota una cualidad propia o esencial al sustantivo: “helada nieve”, “noche oscura”. A veces se confunde este adjetivo con el llamado epíteto constante, que se asocia de manera fija a un sustantivo (“manso cordero”); su empleo puede ser un signo de pobreza expresiva y de carencia de originalidad. En la literatura grecolatina y en la medieval se designa como epíteto épico a ciertos adjetivos con los que, de forma ritualizada, se exalta una cualidad del héroe o se fustiga un vicio de sus enemigos: “buen Campeador”, “burgalés complido”. Se habla también de epíteto metafórico, cuando el adjetivo implica una metáfora: “nevadas plumas” por blancos cisnes.

Arcaísmo y neologismo.
Consiste, respectivamente, en la utilización de un término en desuso o de reciente acuñación, en vez del correspondiente en el lenguaje usual. Es difícil determinar si una palabra es arcaica o neológica, pues su antigüedad o novedad se deben medir a partir de los hábitos contemporáneos a la fecha de creación de la obra.

Los tropos.

Constituyen un grupo especial dentro de los recursos del ámbito léxico-semántico. La característica común que comparten es que en ellos el signo lingüístico ha sufrido un giro en su significado. La discrepancia entre la significación habitual de una voz y la que resulta de su empleo trópico produce una tensión en el emisor, que se ve obligado a reconstruir para sí la significación contextual del tropo. Si el tropo se hace habitual (se lexicaliza), ya no produce tensión; pero también puede darse el caso contrario, que la relación entre el signo sustituido y el que lo sustituye permanezca irreconocible y el receptor no comprenda (obscuritas).
El empleo de los tropos representa, por su propia naturaleza, una interpretación de la realidad y contribuye poderosamente a la esteticidad de los textos.

Perífrasis.
Consiste en expresar un concepto mediante un rodeo en vez de hacerlo con la palabra que lo designa directamente. Da a conocer rasgos relacionados con el concepto que trata de comunicar que con la designación directa pasarían desapercibidos, al tiempo que embellece el estilo:
“Doméstico es del sol nuncio canoro” (‘gallo’) Góngora.

Metonimia.

Se trata de la sustitución de un término por otro con el que guarda una relación real de:
  1. Causa-efecto (o viceversa). La causa puede ser una persona (autor, propietario, inventor, divinidad...) o una cosa:
Lo visitó Venus” (por el amor)
“Tiene un Goya” (por un cuadro de Goya)
“Respeto las canas” (por la vejez).
  1. Continente-contenido. Incluye también la sustitución lugar-habitantes y parte del cuerpo- propiedad:

             “Tomemos una copa”                  “No tiene corazón”

  1. Otras relaciones. La sustitución puede basarse en otro tipo de relaciones con la condición de que éstas sean reales, por ejemplo, el instrumento por el que lo maneja: “Es un espada muy afamado” por “torero”).

Sinécdoque.
Es una especie de metonimia. Consiste en la sustitución de una expresión semánticamente más amplia por otra más restringida, o al revés. Se fundamenta en las relaciones de coexistencia entre el todo y sus partes. Esta interrelación suele concretarse en tres grupos:
  1. La parte por el todo o viceversa.
¡Oh luna, cuánto abril! (‘primavera’) J. Guillén.
Francia (‘el ejército francés’) fue vencida en Pavía”
  1. La especie por el género.
No sabe ganarse el pan”. (‘Los alimentos’)
Los mortales no se consuelan”. (‘Las personas’)
  1. El plural por el singular.
El español es valiente”. (‘Los españoles’).

Antonomasia.

Es una variante de la perífrasis y la sinécdoque. Consiste en sustituir el nombre propio, histórico o mitológico por una perífrasis:
“La ciudad del Guadalquivir” (‘Sevilla’).
“La de los rosados brazos” (La diosa Aurora).
Una variante de este recurso consiste en que el nombre propio sustituya a un apelativo:
En ventura Octaviano;
Julio Cesar en vencer
e batallar” J. Manrique.

Litote.
Se trata de la sustitución de una expresión por la negación de su contrario:
“El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada” F. Luis de León.

Hipérbole.
Uso de un término que valora o describe las cosas fuera de sus proporciones normales. Engrandece o empequeñece las cualidades o las acciones exageradamente:
“Con mi llorar las piedras se enternecen” Garcilaso de la Vega.
Se usa con frecuencia para producir efectos irónicos y grotescos:
“Érase un hombre a una nariz pegado” Quevedo.

Metáfora.
Consiste en nombrar un elemento con otro término con cuya significación presenta una relación de analogía. Tiene como base la comparación.
La división tradicional distingue entre metáforas impuras, en las que se conserva el término real (A) y metáforas puras, donde éste ha desaparecido.
Podemos establecer varias fórmulas:
  1. A es B (metáfora impura): “Mi corazón es una almohada negra”
  2. B es A ( idem): “Donde el vacío es luna”. Consigue más intensidad.
  3. A de B (idem): “Los suspiros se escapan de su boca de fresa”
  4. B de A (idem): “Tocando el tambor del llano.”
  5. A, B (metáfora impura aposicional): “El otoño: isla de perfil estricto”.
  6. A, B, B’, B’’ (met. imp. descriptiva o impresionista): “Por el olivar venía, bronce y sueño, los gitanos.” El plano real da lugar a más de una evocación.
  7. Metáfora superpuesta. Una evocación va provocando otras:
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar
que es el morir.” Manrique.
  1. B en lugar de A (metáfora pura). Desaparece el término real:
“Enhiesto surtidor de sombra y sueño” (‘un ciprés’). G. Diego.



Sinestesia.
Consiste en atribuir la sensación propia de un sentido corporal a una realidad que no se percibe a través de éste. Es una figura relacionada con la metáfora y frecuentemente vinculada a ella: “sonido azul”, “sabor aterciopelado”.

Ironía.

Es un procedimiento por el que se afirma o se sugiere lo contrario de lo que se dice con las palabras, de forma que pueda quedar claro el verdadero sentido de lo que se piensa.. Es un recurso fundamental en la literatura humorística y satírica. Cuando contiene una burla despiadada recibe el nombre de sarcasmo. En general, la expresión irónica va acompañada de una determinada entonación para que sea percibida como tal. En la lengua escrita, el lector debe descubrirla a través del contexto.

Alegoría.
Es la metáfora continuada. Se designa también con el nombre de metáfora textológica. Un ejemplo tradicional es la introducción de Los Milagros de Nuestra Señora de Berceo.

Eufemismo.
Se trata de la sustitución de un término tabú (expresión que se considera hiriente, inoportuna o “peligrosa”) por una expresión menos comprometedora:
“El enemigo malo” (‘demonio’) Berceo.
“Pasar a mejor vida” (‘morir’)


IV LAS FIGURAS DE PENSAMIENTO

Figura de pensamiento es un concepto de la retórica clásica que engloba un número grande y discutido de recursos. Estos son difícilmente clasificables según el criterio de los niveles lingüísticos porque, aunque queden plasmados a través de determinados mecanismos fónicos, gramaticales o léxico-semánticos; la base de cada figura no está en esos procedimientos, sino en el modo de pensamiento o en la intención de afectar al receptor del mensaje que reflejan.
A pesar de lo dicho y dado que afectan a la significación, pueden estudiarse en el nivel semántico.


Acumulación.
Consiste en la enumeración de una serie de palabras, sintagmas o proposiciones interrelacionados por su función análoga y complementaria en la descripción de un personaje, acontecimiento o situación. Aunque la hemos descrito como enumeración, ésta es otra figura estilística e implica mayor orden y organización de los elementos que se citan.
Proponemos como ejemplo de acumulación la reflexión antifeminista de Sempronio ante Calixto en La Celestina:
“Pero destas otras, ¿quién te contaría sus mentiras, sus tráfagos, sus cambios, su liviandad, sus lagrimillas, sus alteraciones, sus osadías? Que todo lo piensan, osan sin deliberar. ¿Sus disimulaciones, su lengua, su engaño, su olvido, su desamor, su ingratitud, su inconstancia […] su desvergüenza, su alcahuetería?

Antítesis.
Es la contraposición de dos ideas o pensamientos, que adquieren así mayor expresividad y viveza. Este contraste se da a veces, oponiendo dos palabras antónimas (Garcilaso: “Conozco lo mejor; apruebo lo peor”) o frases enteras (Bécquer: “La brilladora lumbre es la alegría / la temerosa sombra es el pesar”).

Paradoja.
Es una antítesis que hermana dos ideas contrarias en un mismo pensamiento, dando lugar a una contradicción que es solo aparente, pues encierra una realidad más profunda o un modo nuevo de ver la verdad. Es un recurso frecuentemente utilizado en la literatura mística y barroca. En la época contemporánea se considera un recurso propio del estilo unamuniano.
“Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.” Santa Teresa.


Oxímoron.
Consiste en la unión de dos términos de significado opuesto, que lejos de excluirse, se complementan para resaltar el mensaje que transmiten:
La música callada,
la soledad sonora.” S. Juan de la Cruz.

“Broma macabra” Valle-Inclán.

Descripción.
Consiste en la presentación de detalles sobre personajes, sensaciones, objetos, paisajes, etc, en el marco de un texto del que pueden formar parte otras modalidades discursivas, como la narración, el diálogo y el monólogo. La retórica tradicional distingue diversos tipos de descripción: del aspecto físico de un personaje (prosopografía), de su índole psicológica y moral (etopeya), de los rasgos físicos y morales (retrato), de un lugar o paisaje (topografía) y de los rasgos de un periodo histórico (cronografía).


Prosopopeya o personificación.
Consiste en atribuir cualidades de seres animados y corpóreos a otros inanimados o abstractos; o cualidades humanas a seres que no lo son.
La tarde loca de higueras
cae desmayada en los muslos
heridos de los jinetes.” Lorca.


Símil o comparación.
Presenta la relación de semejanza entre dos elementos entre dos elementos mediante la fórmula “A es como B” u otras similares:
“La noche suspendida
como un racimo de uvas negras”. L. Marechal.


Reticencia.
Es la frase que deja la frase sin acabar, sea porque se sobrentiende la idea (en cuyo caso equivale a una sugerencia llena de posibilidades humorísticas), sea por manifestaciones anímicas (figura patética, entonces). En el texto escrito se reconoce por los puntos suspensivos:
“Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! César Vallejo.



Interrogación retórica.
Es una pregunta que no precisa o de la que no se espera respuesta, porque la contiene implícitamente:
“¿Serás, amor,
un largo adiós que no se acaba?”. Pedro Salinas.


Exclamación.
Se trata de la expresión de emociones mediante una entonación adecuada (nivel fónico) y recurriendo frecuentemente a interjecciones (nivel morfosintáctico).
“¡Ay, qué terribles cinco de la tarde! Lorca.


Apóstrofe.
Consiste en dirigir la palabra, con emoción o vehemencia, a una persona o a una cosa, o a seres abstractos personificados. El apóstrofe puede realizarse en forma de pregunta, ruego, exclamación o mandato, y generalmente a través del vocativo o del imperativo:

“Para y óyeme, ¡oh Sol!, yo te saludo
y estático ante ti me atrevo a hablarte”. Espronceda.


Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano”. M. Hernández.


miércoles, 4 de noviembre de 2015

Lectura 4º El monte de las ánimas, G.A.Bécquer

EL MONTE DE LAS ÁNIMAS G.A. Bécquer


  1. Resume la leyenda que relata Alonso en el capítulo I
  2. En los capítulos II y III se desarrolla la leyenda central.
Responde.
  • ¿Quiénes son los protagonistas?
  • ¿Qué empuja a Alonso a adentrarse en el monte en la noche de Todos los Santos?
  • ¿Qué tipo de sensaciones contribuyen a crear el ambiente de terror en el que se ve envuelta Beatriz?
  • ¿Cómo se produce la muerte de los protagonistas?


  1. Explica cómo se consigue fundir en el epílogo (capítulo IV) las dos leyendas relatadas.
  2. Encuentra semejanzas y diferencias con el relato actualizado de Fernando Marias.

El monte de las ánimas



Audio

Remake- Fernando Marías
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Fecha límite de entrega: 18 de diciembre

lunes, 18 de mayo de 2015

SELECCIÓN DE TEXTOS PERIODÍSTICOS DE OPINIÓN


 Texto 1

 

Born to run

La desaparición de las ideologías siempre acaba igual

El problema de no ser de derechas ni de izquierdas es que hay que pensar nuevas divisiones. Cuando un partido ha querido abarcarlo todo diciendo que era el de todos los españoles se ha encontrado con que la mitad no querían serlo. Para salirse del eje ideológico Podemos buscó un eje social y patrimonializó la lucha de los de arriba y los de abajo. Ciudadanos empieza a coquetear con una idea revolucionaria: la de enfrentar a jóvenes contra mayores, o sea, un eje puramente biológico. De esta manera se entiende mejor que Rivera se haya puesto pelo.
Cuando el líder de Ciudadanos dice que el cambio tiene que venir de los nacidos en democracia asume primero que la democracia es joven, como la noche, y que los cuarentones están en la edad del porvenir. También que los pactos pueden llegar por afinidades generacionales, como si uniese más haber crecido con Farmacia de Guardia que con Franco. Pero una de las ventajas del eje derecha/izquierda es que no cuesta muchos sacrificios vivir como se canta. Normalmente las personas son de derechas o de izquierdas, no están en la derecha y en la izquierda. Uno es de izquierdas por voluntad propia, pero por voluntad propia no se deja de llegar a fin de mes.
Tampoco se nace por voluntad propia en un régimen en concreto, ni eso suele ser una providencia política. Alejandro conquistó el mundo a los 28 años y Rivera con 36 no pudo conquistar Cataluña, que sólo es un poco más grande. De la misma manera que los líderes de Podemos tienen cuidado de no ganar dinero de más, no viajar en primera o ir al Ritz a regañadientes, los de Ciudadanos van a tener que acreditar ser los primeros bebés de la democracia para ser garantía de cambio, como si el futuro de España se hubiese decidido en los paritorios. Olvidando que entre los born to run se encuentran los mejores fascistas de nuestro tiempo, porque no han conocido lo ultra salvo como utopía, por eso hay compañeros de generación de Rivera o Iglesias que reservan su afán de regeneración y su juventud a levantar el brazo como posesos, a veces incluso en la intimidad.
Que La Moncloa era una discoteca de sesión de tarde lo sospechábamos, pero ahora en la puerta van a pedir carné. La desaparición de las ideologías siempre acaba igual: no se puede fumar, no se puede beber y nunca sabes cuál va a ser el lado correcto de las cosas ni en qué parte del muro te va a pillar.



Texto 2

Más Lorca

La muerte del escritor encarnó una derrota de la humanidad

“Quien salva una vida salva al universo entero”. Esa frase del Talmud, que refulge en la Medalla de los Justos, también nos remite a un reverso: “Quien mata una vida mata al universo entero”. Ese es el estremecimiento que sentimos cada vez que se nombra a Federico García Lorca. Su obra es un cuerpo que alberga todas las vidas y su muerte encarnó una derrota de la humanidad. Ese crimen vuelve y vuelve a visitarnos, a sacudir la amnesia, a la manera en que la historia maltratada alienta bajo la superficie del presente. La última revelación, la del informe de la policía franquista de 1965, aclara la intencionalidad política del crimen de Granada, su carácter de “crimen de crímenes”, de metáfora genocida. No hubo muerte “accidental” de Lorca. Una tarea prioritaria de los escribas franquistas fue desalmar el lenguaje. El documento habla de “confesión”. Lo que eso significa: sufrió tormento. Lorca fue un eccehomo. En él mataban a todo lo que odiaban. A la heterodoxia, pero también a la tradición de la risa y la libertad del pueblo. A la belleza, a la verdad y al alma íntima de las palabras. En Poeta en Nueva York hay una profecía: “Cuando se hundieron las formas puras / bajo el cri cri de las margaritas / comprendí que me habían asesinado (...) Ya no me encontraron. ¿No me encontraron? No. No me encontraron”. La ONU ha vuelto a denunciar al Estado español por desentenderse de sus obligaciones con las víctimas y desaparecidos del franquismo. Este mes de mayo se entregará en Nueva York el Premio Alba (Abraham Lincoln Brigade Archives) a los voluntarios de la Memoria Histórica. Podrán seguir así por un tiempo las tareas de las que se inhibe la inmoralidad vigente. Tal vez Lincoln encuentre a Lorca.


Texto 3

¿Por qué somos de derechas?

No hay edad más siniestra que la juventud, hasta el punto de que todos esperábamos que Ciudadanos empezara a meter la pata, y a deshincharse, después de las municipales, con los difíciles y comprometidos pactos, pero Albert y sus 35 años no nos han hecho esperar y ya hemos conocido su primer síntoma de finitud política.
¿Por qué somos de derechas? Porque hay un orden y una jerarquía; y porque el sistema tiene más enemigos que problemas. Somos de derechas porque la vida se sustenta sobre una arquitectura perfecta, porque sin sentimiento de culpa y sin temor de Dios es imposible La Civilización, y porque sin compasión no somos más que bestias. Ciudadanos y Podemos son fruto de un ímpetu diferente, pero igualmente contrario a la inteligencia.
«Que Ciudadanos y Podemos recurran a bobadas para hacer ver que aportan algo subraya lo bien que funciona el sistema»
Tanto a Albert como a Pablo les falta haberse equivocado, y haberlo entendido. Les falta comprender el daño que podrían hacer, y el aprendizaje de la misericordia. Una espiritualidad que les ponga en contacto con su transcendencia y con sus limitaciones. Hay que ser mentalmente muy fuerte para asumir la exacta medida de tu mediocridad y los desesperantes límites de lo que no puedes hacer.
Podemos y Ciudadanos no han venido a gobernar, sino a darnos lecciones. Lo de Pablo está más que amortizado, pero no es menos ridículo Albert con sus panfletos generacionales o su última ocurrencia de establecer por ley las personas que pueden vivir en la habitación de una casa, en una insólita versión buenista de La vida de los otros. Revela que no tiene clara ninguna otra idea su insistencia en la regeneración política, con ese tono de niña repelente que se chiva a la maestra de lo que los chicos han hecho durante su ausencia.
Que Ciudadanos y Podemos tengan que recurrir a bobadas para hacer ver que aportan algo subraya lo bien que funciona el sistema. España ha escrito en los últimos 40 años sus páginas más brillantes y no podemos poner nuestra historia de éxito en manos de cuatro histéricas.
Vivimos en el mejor lugar y en el mejor momento gracias al esfuerzo que muchos hicieron para traernos hasta aquí. Entre tanto quejica, algo de gratitud sería de agradecer. Lo que tiene que regenerarse es la ciudadanía, en busca del hombre fundamental que lucha por lo que quiere, paga las cuentas, cede el paso a las damas y nunca se olvida de dar las gracias.
                                                       SALVADOR SOSTRES 13/05/2015 elmundo.es

Texto 4

La porra, la cruz y la tijera

La parte buena de que manden “éstos” –así se refería mi madre al franquismo, en memorable definición sintética, acompañada por el levantamiento del pulgar, señalando a su espalda– es que las generaciones que no conocieron directamente sus represiones, acciones y omisiones tienen ahora encima de sus cabezas una muestra del género lírico que la gente de mi edad, y de más aún, sufrió como banda sonora.
Quienes creían que exagerábamos aquellos que nunca abandonamos la idea de la memoria histórica en ninguna de sus manifestaciones, disponen actualmente de una amplia panoplia de representaciones y personificaciones del ayer que nunca cesa. La mezcla de autoritarismo y rosario, de mantilla e hipocresía, de cachiporra y melindres morales ha sido puesta al día –hombre, tenemos lo que queda de democracia y de libertad de expresión, y está Internet: todavía no pueden callarnos–, pero el tupido velo bajo el que los sepulcros blanqueados se ocultan se rasga súbitamente cada vez que un ministro metepatas muestra su verdadero rostro, ya sea en el Congreso, en la rueda de prensa de turno o en una embajada de España en Roma, tomada por el Opus Dei tanto como lo está el Vaticano desde que Juan Pablo II le metió mano.
Efectivamente, hijos e hijas mías. Lo que nos temíamos los mayores, aquello de que volvían los mismos perros con distintos collares, se ha consumado. Puede que Jorge Fernández Díaz no sea Carrero Blanco –le faltan cejas para ello–, y puede que no aplique en su comportamiento cachiporrístico sus criterios religiosamente extremos. Los tiempos son otros. Y, del mismo modo que él tiene derecho a expresar sus necedades decimonónicas sobre sexo y demografía, nosotros estamos autorizados para ponernos varias moscas en cada oreja. Que un cristiano renacido –a estos ricos píos no les basta con nacer: quieren acaparar todas las posibilidades–, nada menos que en Las Vegas, abuse de los privilegios de su cargo para desafiar nuestra inteligencia, rodeado de cardenales y otras hidras, debería soliviantarnos más allá de la ofensa a los homosexuales.
Pero ¿de dónde salen éstos?, entran ganas de inquirir. Quizá esos jóvenes a quienes me refería se lo preguntarán. Yo tengo la respuesta muy interiorizada: es una cantera. Las mejores familias, los mejores colegios, los mejores compañeros, los mejores mentores, los mejores amigos, las mejores parroquias y los mejores negocios. Cuando pueden, regresan. Más modernos, más jacarandosos, con mejores relaciones –las de ahora se llaman mercado, y metan ustedes aquí las instituciones internacionales que se les vayan ocurriendo– y la mejor jeta de amianto.
La herencia recibida de los socialistas –ésta, sí– en lo que respecta a la sumisión del Estado español al Estado vaticano, la ausencia histórica de redaños por parte de la socialdemocracia patria –no solo las leyes: ese Vázquez trapicheando devociones en su satrapía romana, ese Bono–, se lo ha puesto en bandeja a este y a cualquier otro Gobierno de la derecha. Tal como están las cosas, con el proceso de descomposición del sistema que se está produciendo en los países europeos del sur, el nuestro aporta un pintoresquismo supremo, que es el de las peculiaridades añadidas.
Falta de transparencia y crucifijos al cuello, porras y pelotas de goma y gases lacrimógenos y –por todos los dioses– ganas de repoblar la tierra, alcaldesa y presidente de comunidad de la capital, gobernando como sucesores y apacentando sus rebaños hasta la Dormidina, ministros que controlan lo económico al tiempo que manejan la impostura. Un tipo, en cultura, cercano también al Opus, estableciendo las bases de la discriminación escolar por clase social y por sexo.
No, no son marcianos. Son españoles. Son “éstos”.
                                                                         Maruja Torres 17 MAR 2013



Texto 5

Reírnos de nosotros mismos

A raíz de los horrendos atentados de París se ha levantado cierta polémica acerca de si todos somos o no Charlie Hebdo. Como la primera opción (“Yo soy Charlie Hebdo”, apoyada por Mario Vargas Llosa en EL PAÍS del 9 de enero) fue la que tomaron muchos ciudadanos ya antes de que se convirtiera en postura oficial, el artículo de David Brooks en el New York Times (“Yo no soy Charlie Hebdo”, que EL PAÍS publicaba junto con el de Vargas Llosa) no tenía más remedio que llamar la atención y forzar la búsqueda de una “equidistancia” ponderada entre esas dos posiciones aparentemente enfrentadas, que se materializó en la secuela de Víctor Lapuente “No sé si soy Charlie Hebdo”(EL PAÍS, 10 de enero).
Lo primero que hay que decir sobre esta polémica es que, a pesar de la confusión creada por los títulos sobre todo en las “redes sociales”, el artículo de Brooks no defiende lo contrario que el de Vargas Llosa sino exactamente lo mismo y, en mi opinión, mejor, porque al entrar más en materia añade al gesto ya en sí mismo honroso de ponerse la pegatina de la defensa de la libertad de expresión una reflexión acerca de las condiciones que se han de exigir para poder llevarla con dignidad, y no solamente como una camiseta que nos garantiza salir en la foto de los buenos.
Sobre todo, acierta plenamente cuando define a los humoristas como una suerte de niños grandes, gamberros y pernipeludos que desempeñan la indispensable función social de protegernos contra nuestros propios ridículos: nos reímos de nosotros al reírnos con los niños o con los humoristas, aprendemos a no tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos al comprender su broma como broma, mientras que sí tomamos en serio lo que dicen los “eruditos sabios y considerados”. Así al menos deberían ser las cosas, aunque no estoy tan seguro de que esto ocurra “en la mayoría de las sociedades”, que según el autor serían inteligentes combinaciones de civismo y sentido del humor. Yo diría más bien que las sociedades donde se intenta mantener ese equilibrio son, por desgracia, una exigua minoría, y que incluso en ellas lo más corriente es reírse de los sabios como si fueran niños latosos y tomarse completamente en serio a los enfants terribles. He aquí algunos ejemplos, de menos a más: igual de “pueril” que cada invención de Gila, Wolinski o Tim Burton es la prohibición de que un catedrático universitario critique públicamente a la Asociación Nacional del Rifle, lo que pasa es que no nos reímos de esa prohibición porque, según nos cuenta Brooks, al tal catedrático lo despidieron de su trabajo por hacer esa crítica en twitter, y eso no tiene ninguna gracia.
Puede suceder, sin duda, que algunas palabras y viñetas “ofendan” o “falten al respeto” a algunas personas (sobre lo que volveremos en seguida), pero es preciso notar que la Asociación Nacional del Rifle no es una persona, como tampoco lo son “el islam” o “el islamismo radical”. Por el contrario, quienes se arrogan, sólo en nombre de sus sentimientos de ofensa, la representación directa y personal del “islam”, del “pueblo americano”, del “pueblo catalán” o del “pueblo vasco” están ya, lo sepan o no, haciendo una caricatura pueril y desvergonzada del islam, de América, de Cataluña o de Euskadi; son ellos quienes, como niños traviesos, caricaturizan aquello en cuyo nombre dicen hablar: ¿por qué a estos humoristas sí deberíamos tomárnoslos en serio? ¿No será porque, como al catedrático del ejemplo de Brooks, nos da miedo que nos despidan?
Muy en serio nos tomamos durante muchos años la caricatura que ETA hacía de los vascos (arrogándose su representación exclusiva), no porque la cosa no fuera de chiste, sino porque era un chiste cargado de goma 2 y 9 milímetros parabellum. Análogamente, y salvando todas las distancias, es un error pensar que son los dibujantes de Charlie Hebdo quienes caricaturizan “ofensivamente” el islam: ellos se limitan a retratar con total verosimilitud y realismo la caricatura que del islam hacen los terroristas, lo que pasa es que éstos últimos no nos hacen gracia porque llevan pistolas lanzagranadas. La historia nos enseña que había mucha más sátira contra el cristianismo cuando los cardenales pretendían influir en las decisiones políticas y reinar sobre la vida civil, y que el nivel de sarcasmo anticlerical ha descendido tanto más allí donde más la religión se ha convertido en asunto privado. Por eso, el argumento de Brooks es: “Yo no soy Charlie Hebdo… pero me gustaría serlo (en lugar de soportar la hipócrita corrección política de los campus estadounidenses o —podríamos añadir nosotros— el cinismo de quienes llevan la pegatina sin estar a su altura)”; y por ello termina abogando liberalmente contra toda prohibición en el ámbito del discurso público y oponiéndose a quienes ven en ese tipo de sátiras un “exceso” de la libertad de expresión que debería ser “limitado” o restringido.
Esa postura moderadamente restrictiva es la que adopta el profesor Lapuente, que encuentra abusiva la protección jurídica de la libertad de expresión porque con ella “se tolera prácticamente todo (como ha sucedido en Francia con Charlie Hebdo)”, nos dice. Se lamenta asimismo de que no exista un medidor objetivo de las ofensas que pudiera determinar el punto en el que hay que reprimir la libertad de expresión, que sería aquel en el cual “una persona (el Rey, fulanito de tal) o una comunidad (religiosa, étnica) se sienten tan seriamente ofendidos que pudieran llevar a cabo una acción desestabilizadora". Yo, por el contrario, celebro con alborozo que no haya “ofensómetros”, porque si los hubiera y se aplicasen como Lapuente propone, ello significaría ni más ni menos que si un loco se sintiese tan humillado por las ecuaciones de segundo grado que fuera capaz de cometer algún atentado ante su sola mención, habría que prohibir su enseñanza y la publicación de los libros que las contuviesen, que sería muy parecido a censurar Charlie Hebdo como medida preventiva contra actos criminales como el del 7 de enero.
A falta, pues, de “ofensómetros” objetivos, en los Estados de Derecho la resolución de los conflictos —cuya existencia es consustancial a la democracia— entre el debido respeto a la dignidad de las personas y la libertad de expresión constitucionalmente consagrada se encomienda a los tribunales de justicia; craso error, según Lapuente, porque el juez, pobrecillo, “con toda la buena intención del mundo, pero sin ser un experto en libertad de expresión, aplica la ley”. No digo que este sistema sea perfecto, pero lo encuentro en todo caso preferible a dejar estos asuntos en manos de unos presuntos “expertos en derechos y libertades” superiores a los jueces, que me recuerdan mucho a aquellos “expertos en virtud” que en la Atenas de Sócrates enseñaban lo que no puede aprenderse y vendían lo que no tiene precio, obteniendo pingües beneficios a fuerza de adular a los poderosos. Porque ello significaría sacar “preventivamente” la tutela de la libertad de expresión del ámbito de los tribunales y entregarla a unos comités deontológicos profesionales que, por ejemplo y para proteger los beneficios empresariales, podrían despedir a los viñetistas de Charlie que dibujasen determinadas caricaturas, igual que los rectores de las universidades de EE UU mencionadas por Brooks (sin duda asesorados por comités deontológicos) despidieron a ciertos profesores sólo por ejercer su libertad de cátedra, sin que en ningún caso los así reprimidos o despedidos puedan reclamar ante un juez contra esas acciones amparándose en la libertad de expresión.
En definitiva, la cuestión no es ser o no ser Charlie Hebdo, sino cómo hacernos merecedores de un derecho verdaderamente excepcional y estadísticamente raro en el mundo, como es la libertad de expresión, al que nos hemos acostumbrado tanto que solamente le asignamos su auténtico valor cuando de algún modo lo vemos amenazado. Es cierto que todos los días se publican millones de periódicos y millones de viñetas. Pero son una cifra pequeña (sobre todo cualitativamente) en comparación con todos aquellos que no pueden publicarse, quizá ni siquiera imaginarse. En honor a todos ellos, procuremos no descuidar ese milagro.
                         José Luis Pardo es filósofo. 14 ENE 2015 http://elpais.com






TAREA3- DISERTA-

Selección2




lunes, 4 de mayo de 2015

PRÁCTICA COMENTARIOS TEXTOS SELECTIVIDAD

Luces de bohemia

Comentario crítico (guiado)
  1. Presentación: Localización: autor, generación lit., obra, escena; Caracterización: estilo, intención.
  2. Desarrollo: Valoración del tema; Interpretación del contenido: elementos dramáticos: diálogo y acotaciones, personajes, espacio y tiempo
  3. Opinión personal sobre temas tratados: reforzar, matizar, relacionar, actualizar.
  4. Conclusión: valoración personal de carácter general (por ejemplo: ¿el texto es representativo del autor o de su época? ¿su intencionalidad sigue vigente? ¿ aclara algo sobre mi realidad-pensamiento?
Enlaces

Txt SELEC.JUN-2014
TEXT.SELECT.SEP-14
Lectura Luces de Bohemia
Lectura con notas críticas
Guía lectura crítica

http://jaramagia.blogspot.com.es/2014/12/examen-investigacion-luces-de-bohemia.html

Textos poéticos-dramáticos










OPCIÓN B

Por encima del mar, desde la orilla americana del Atlántico
¡Si yo hubiera podido, oh Cádiz, a tu vera,
hoy, junto a ti, metido en tus raíces,
hablarte como entonces,
como cuando descalzo por tus verdes orillas
iba a tu mar robándole caracoles y algas!
Bien lo merecería, yo sé que tú lo sabes,
por haberte llevado tantos años conmigo,
por haberte cantado casi todos los días,
llamando siempre Cádiz a todo lo dichoso,
lo luminoso que me aconteciera.
Siénteme cerca, escúchame
igual que si mi nombre, si todo yo tangible,
proyectado en la cal hirviente de tus muros,
sobre tus farallones1 hundidos o en los huecos
de tus antiguas tumbas o en las olas te hablara.
Hoy tengo muchas cosas, muchas más que decirte.
Yo sé que lo lejano,
sí, que lo más lejano, aunque se llame
Mar de Solís o Río de la Plata2,
no hace que los oídos
de tu siempre dispuesto corazón no me oigan.
Por encima del mar voy de nuevo a cantarte.
Rafael Alberti: Ora marítima.

Cuestiones

1. Señale y explique la organización de las ideas contenidas en el texto. (Puntuación máxima: 1.5 puntos).
2. 2 a) Indique el tema del texto. (Puntuación máxima: 0.5 puntos).
2 b) Resuma el texto. (Puntuación máxima: 1 punto).
3. Realice un comentario crítico del contenido del texto. (Puntuación máxima: 3 puntos).
4. Indique las relaciones sintácticas que se establecen entre las oraciones del siguiente fragmento:
yo sé que tú lo sabes, / por haberte llevado tantos años conmigo, / por haberte cantado casi todos los días. (Puntuación máxima: 2 puntos).
5. Exponga las principales características de género de la poesía lírica. (Puntuación máxima: 2 puntos).
_______________
1 Farallones: rocas altas o peñascos abruptos que sobresalen en el mar.
2 Estuario de los ríos Paraná y Uruguay, en el Atlántico.













OPCIÓN B
Del pasado efímero

Este hombre del casino provinciano,
que vio a Carancha1 recibir un día,
tiene mustia la tez, el pelo cano,
ojos velados por melancolía;
bajo el bigote gris, labios de hastío,
y una triste expresión, que no es tristeza,
sino algo más y menos: el vacío
del mundo en la oquedad de su cabeza.
Aun luce de corinto terciopelo
chaqueta y pantalón abotinado
y un cordobés color de caramelo,
pulido y torneado.
Tres veces heredó; tres ha perdido
al monte su caudal; dos ha enviudado.
Solo se anima ante el azar prohibido,
sobre el verde tapete reclinado,
o al evocar la tarde de un torero,
la suerte de un tahúr, o si alguien cuenta
la hazaña de un gallardo bandolero,
o la proeza de un matón, sangrienta.

Bosteza de política banales
dicterios al gobierno reaccionario,
y augura que vendrán los liberales,
cual torna la cigüeña al campanario.
Un poco labrador, del cielo aguarda
y al cielo teme; alguna vez suspira,
pensando en su olivar, y al cielo mira
con ojo inquieto, si la lluvia tarda.
Lo demás, taciturno, hipocondriaco,
prisionero en la Arcadia del presente,
le aburre; sólo el humo del tabaco
simula algunas sombras en su frente.
Este hombre no es de ayer ni es de mañana,
sino de nunca; de la cepa hispana
no es el fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana
de aquella España que pasó y no ha sido,
esa que hoy tiene la cabeza cana.


Antonio Machado: Campos de Castilla
Cuestiones

1. Señale y explique la organización de las ideas contenidas en el texto. (Puntuación máxima: 1.5 puntos).
2. 2 a) Indique el tema del texto. (Puntuación máxima: 0.5 puntos).
2 b) Resuma el texto. (Puntuación máxima: 1 punto).
3. Realice un comentario crítico del contenido del texto. (Puntuación máxima: 3 puntos).
4. Explique el significado que tienen en el texto las palabras subrayadas siguientes:
a) hastío, b) oquedad, c) banales, d) taciturno. (Puntuación máxima: 2 puntos).
5. Exponga las características de la lírica del siglo XX hasta 1939. Cite los autores y obras más representativos. (Puntuación máxima: 2 puntos).

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El torero José Sánchez del Campo «Cara-Ancha» (1848-1925) fue famoso por la suerte de matar al toro recibiendo.